jueves, 3 de marzo de 2016

La verdad de las teorías científicas

Una teoría científica es un cuerpo coherente de conocimientos conformados por un conjunto de leyes relativas a una amplia clase de fenómenos observables. En pocas palabras, es un conjunto de leyes científicas relacionadas entre sí. Estas no pueden ser sometidas a contrastación experimental directa e incorporan términos teóricos con los que postulan la existencia de dichos términos incapaces de ser observados.

Es por esto que no podemos asegurar que una teoría científica es 100% cierta. Esto se debe a que siempre cabe la posibilidad de que aparezca una anomalía. Por ejemplo: vemos un cisne blanco, al día siguiente vemos otro cisne blanco, al siguiente y al siguiente seguimos viendo cisnes blancos, por lo que llegamos a la conclusión de que todos los cisnes son blancos, pero por muchos cisnes blancos que veamos todavía existe la posibilidad de que encontremos un cisne negro. Aun así, si se puede verificar progresivamente. De esta manera no podemos afirmar que una teoría es verdadera, pero si posiblemente verdadera.

Otra opción es la falsación. En esta no se puede afirmar que una hipótesis es cierta, pero si se puede afirmar rotundamente que es falsa, ya que solo se necesita una anomalía para que una teoría sea errónea. Usando el ejemplo anterior, en el momento en el que encontremos un cisne negro la teoría de que todos los cisnes son blancos será completamente falsa, sin importar el número de cisnes blancos que hayamos visto.

Un buen ejemplo de una teoría falsa referente a la medicina es la teoría de los cuatro humores. Esta fue adoptada por los filósofos y físicos de las antiguas civilizaciones griega y romana. Desde Hipócrates, la teoría humoral fue el punto de vista más común del funcionamiento del cuerpo humano entre los médicos europeos hasta ser desbancada por la medicina moderna a mediados del siglo XIX. Esta teoría mantiene que el cuerpo humano está compuesto de cuatro sustancias básicas, llamadas humores (líquidos), cuyo equilibrio indica el estado de salud de la persona. Así, todas las enfermedades y discapacidades resultarían de un exceso o un déficit de alguno de estos cuatro humores. Estos fueron identificados como sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema.

Además de la verificación gradualmente creciente y el falsacionismo, los filósofos encargados de la ciencia han elaborado otras tres opciones para este problema: el realismo, en el que se afirma que las teorías son objetivamente verdaderas o falsas dependiendo de si corresponden o no con la realidad; el instrumentalismo, en el que las teorías no son ni verdaderas ni falsas, sino más o menos útiles; y el descriptivismo, por el que las teorías son descripciones resumidas de relaciones entre sucesos o propiedades observables.


En conclusión, las teorías científicas no son las verdades incuestionables que se cree popularmente y jamás se podrá afirmar que una teoría es absolutamente cierta.

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